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Nani Fati, es la madre de Miguel y Jibril y son una de las familias más pobres de la aldea de Gambasse.
 
Nani trabaja en Bissau en la capital para poder alimentar a sus hijos y a su madre. Su marido la abandonó cuando los niños eran muy pequeños. Trabaja vendiendo diferentes mercancías que consigue comprar con su esfuerzo, naranjas, tela, hielo… Les gana unos poquitos cefas y con eso consigue plantar algo en el campo y a duras penas consiguen comer un poco de arroz todos los días.
 
El día que repartimos arroz en su aldea, Nani se acerca a abrazarme con los ojos llenos de lagrimas, no dejaba de darnos las gracias por ese arroz que le estábamos entregando, pero de repente cuando la abracé se derrumbó en sollozos.
 
¿Nani que te pasa? Le pregunté preocupada, sabía que no era normal ese modo de llorar…
 
Después de abrazarla con fuerza e insistir, cuando pudo coger aliento, me confesó que estaba muy cansada, demasiado cansada, que no podía más. Desde que había muerto su hermano que le ayudaba, ella no era capaz de alimentar a su familia. Se levantaba muy temprano para recorrer 30 km andando ida y vuelta a Bafatá y conseguir vender algo y ganar apenas 1 euro al día. 
 
Su madre con 70 años caminaba 15 km para ir a trabajar a una huerta en Priams. Tenía que plantar cacahuete y no tenía manera de pagar a los trabajadores que tienen que preparar la tierra. Entre sollozos explicaba que no dormía por las noches pensando en qué iban a comer al día siguiente.
 
Mi hija Alicia con sus ahorros y mucho esfuerzo compró dos sacos de arroz y se los entregó personalmente a su hijo Miguel que la siente como una hermana más por el apoyo que desde hace 12 años les damos a su familia para salir adelante.
 

 

A Nani se le dio una ayuda de 100 euros para poder pagar a los trabajadores y comprar semillas de cacahuete y plantarlo. Ahora queda mirar al cielo y esperar que la cosecha sea buena para poder ganar un poco de dinero después de tanto esfuerzo.
 

Al día siguiente Nani  ya sonreía y por fin después de muchos día había dormido.

 
María Martínez.
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