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Hola, me llamo Marisol, tengo 49 años y soy maestra. Vivo en Madrid.
La 1ª vez que oí hablar de la ONG “Miradas al mundo” fue en el colegio donde he desarrollado mi actividad profesional este curso. Me dijeron que iban a venir a dar una charla a nuestros alumnos, con el fin de sensibilizarles sobre la realidad que viven otros niños que viven en África, concretamente en Guinea-Bissau.
Más tarde, en la celebración del día de la Paz, mi colegio, (es decir, padres, profesores y alumnos), organizó una carrera solidaria: esta consistía en que los alumnos buscaran patrocinadores entre familiares y amigos, que aportaran una pequeña cantidad de dinero por cada vuelta que su estudiante patrocinado diera a un circuito.
Parte de lo que se recaudó se donó a “Miradas al mundo”, aunque los otros dos tercios fueron a parar a otros proyectos.
Todo esto me hizo reflexionar y conectar con aquel deseo de cuando era más joven y abrigaba el propósito participar en un proyecto de cooperación y que había pospuesto, bien por no disponer de recursos para financiar el viaje, bien por estar inmersa en la crianza de mis vástagos.
Y así fue como un día me vi conversando con mi compañera de trabajo que colaboraba con la ONG y que me puso en contacto con Auxi, coordinadora de cooperantes en Madrid de la misma.
Tuvimos un encuentro donde me explicó en qué consistía el trabajo, la duración, las condiciones… ¡Y me gustó!
Auxi me informó de que habría una selección previa, así que durante unos días esperé su respuesta, hasta que me comunicó que había sido seleccionada. Sentí una inmensa alegría, mezclada con algunos temores: ¿sabría estar a la altura?, ¿me adaptaría a las condiciones climáticas?, ¿tendría problemas de comunicación al ser el portugués el idioma que ellos usaban?…
Al final resolví que durante una sola quincena recibiría más en forma de aprendizaje, de lo que yo pudiera aportar.
Efectivamente, así ha sido; durante mi estancia allí he conocido una pequeña parte de la realidad a la que se enfrentan los habitantes de Varela, población perteneciente a Guinea-Bissau.
Entre las situaciones que me han producido más admiración ha sido el coraje y las ganas de aprender que demuestran los maestros de allí, chavales, cuya mayoría no ha cumplido los 25 años, con salarios que apenas cubren la mitad del año y que apenas cuentan con material escolar básico, no digamos, material curricular y didáctico y cursos deformación. Pues, aun así, estos docentes de corazón, se muestran entusiasmados con su profesión (que combinan con labores agrícolas para subsistir), con ganas de seguir aprendiendo  y con verdadera vocación de enseñar a los más pequeños y mejorar como país. Algunos de ellos, después de las clases diurnas con niños, se dedican a dar clases de, al que acuden mujeres con sus bebés.
Para las actividades de formación que organizamos se desplazaron bastantes km. Desde sus tabanKas (léase aldeas), como las de katong o Teñat, bien andando, bien en bicicleta.
Entre las actividades que realizamos con niños y profesores, hicimos juegos de los de siempre, con los que nosotras mismas nos habíamos divertido en nuestra infancia, como “El pañuelo” o “La gallinita ciega”.
También realizamos juegos didácticos, algunos más tradicionales como la “oca” o el “parchís” y otros más actuales como, el “UNO”, “Sudokus” con varios niveles de dificultad o” bingos” de operaciones matemáticas básicas.
Yo, personalmente, me alegré de llevar algunas bandas numéricas y algunos esqueletos articulados.
Al margen de estas actividades,  que ya sabíamos que íbamos a llevar a cabo antes de viajar a África, me encantó ser partícipe de un proyecto mayor, planificado por María y Susana, las promotoras del mismo: desde una ludoteca, con biblioteca, juegos, proyecciones de películas y clases de apoyo; un almacén donde organizar el material didáctico aportado por entidades y particulares; un dispensario donde acudir para curas y enfermedades comunes, un taller de costura y… la huerta, verdaderamente impresionante, con su forma de espiral, donde se han comenzado a plantar, tanto hortalizas, como plantas medicinales, para prevenir y curar los males y molestias más habituales.
Un lugar especial de la huerta lo ocupa “La Moringa”, una planta con muchas propiedades nutricionales y de la que se espera que la población aprenda a cultivarla y tratarla a fin de que se convierta en un pequeño motor de la economía local.
Sin querer hacer una enumeración exhaustiva de las actividades llevadas a cabo en los 15 días de estancia en Varela, si quiero dejar constancia de algunas, además de las ya aludidas anteriormente: merendola y fiesta con los niños de la localidad, visita a algunas escuelas y entrega de premios a los estudiantes más esforzados, apoyo escolar a algunos niños, visita a una clase nocturna de alfabetización de mujeres…
Pero no solo llevamos a cabo estas actividades, también hemos ido a la playa, disfrutando de bellas puestas de sol, distintas de las que conocía, hemos hecho meditación, yoga…
No quiero terminar mi crónica sin dedicar unas palabras a las personas con las que he tenido el placer de compartir esta experiencia: Auxi, que es quien me puso en contacto con “Miradas al mundo” y de quien resalto su valentía para dejar, al menos por un año, su trabajo, para poner su experiencia al servicio de otras personas necesitadas de ello; María, cuya cabeza y corazón no descansan nunca y con una personalidad extraordinaria, que hace que todo el proyecto siga en marcha; Bebe, trabajador infatigable y con un carácter afable; Abadis, rebelde como todos los adolescentes, pero trabajador y con buen corazón, y , del que no me cabe duda, en el futuro estarán orgullosos sus padres; Karmy, super responsable, alegre y bailarina; y Raquel, con su risa contagiosa, llena de luz y energía.
Finalmente, concluyo manifestando que estos días, con “Miradas al mundo”, han supuesto para mí una experiencia de crecimiento personal, me ha servido para valorar más las cosas que tengo, me han hecho tomar conciencia de que debo mejorar mi forma física y me han animado a seguir aportando mi granito de arena en este y/u otros programas que sirvan para mejorar la vida de otros seres humanos.

Solo me queda expresar mis mejores deseos a “Miradas al Mundo” y animarles a continuar con este hermoso proyecto.

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