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Ese es el sentimiento que me acoge cuando llego a Guinea.

Niños de la escuelaDe nuevo, vuelve el reencuentro con su luz, con su energía, con su gente…

Algunas personitas a las que conocí hace años, miraban hacia el suelo, por timidez o desconfianza y hoy miran al futuro de frente y con fuerza. Hace tiempo, apostamos por unos chicos que querían ser profesores.

Aprendiendo con nuestros profes

Jacinto, Jhibril y Waldir, hoy ya mayores y con su formación universitaria terminada, vuelven a Varela.Cada uno con su historia de superación y empeño, con muchos sueños por cumplir, mucha ilusión por compartir enseñanzas con los niños de la zona.

En este viaje pude disfrutar del regalo de observar cómo enseñaban a los niños de la biblioteca y como transmitían una gran pasión por lo que hacían. No es sólo conocimiento lo que les ofrecen, se respira cariño. Se ve en sus gestos y en la cara sonriente de los niños. Muchos niños que llegan antes de la hora y esperan impacientes en el jemberé a que de la hora de entrar y después de la jornada se van, cantando y jugando hacia sus casas.

Haciendo manualidadesNo sólo aprenden con los libros, también participan en trabajos de la huerta del cole, almuerzan juntos, juegan en el recreo y se escuchan atentamente cuando llega el momento del “Bastón de la palabra”. Es entonces cuando, de manera voluntaria, cogen un bastón y comparten con el grupo, qué les preocupa, si están contentos o tristes, sus ilusiones, sus miedos, sus sueños…

Es muy emocionante escuchar a estos niños y ver cómo todos les respetan en silencio.

Jugando en clase

Poder formar parte de momentos así, me parece un lujo y me siento muy agradecida. Y con esa sensación regreso a España, sonriendo, cuando recuerdo aquellas caritas llenas de curiosidad, risas y con ganas de seguir creciendo.

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