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Esto fue lo que sentí ayer en la aldea de Catong. Quedamos con las mujeres y los hombres que van a la escuela por la noche para que nos cantaran unas canciones y hacer una pequeña fiesta de Navidad.
Teníamos una gran sorpresa para ellos, les llevamos una lámpara solar de regalo a cada uno por el esfuerzo realizado. Viven sin ningún tipo de luz y vienen desde muy lejos a la escuela. El camino está muy oscuro y hay que tener mucho cuidado, en especial con las cobras. Muchas mujeres vienen con sus bebes cargados a la espalda, después de un duro día de trabajo. Realmente son merecedoras de ese regalo y de mucho más. En el momento de la entrega, ver sus caras de felicidad es toda una satisfacción.
Cuando terminamos, me dicen el profesor y el jefe de la aldea, que ellos también han traído algo para regalarme. Sentí que el corazón se me encogía y se me hacía un nudo en el estómago, tuve que contener las lágrimas de la emoción. Me entregaron racimos enteros de plátanos, limones, calabaza, coco…
Al final me cantaron un villancico dedicado; que en su lengua significa: “María nos has traído la moringa para curarnos y alimentarnos, eso es un regalo para nosotros, por eso te queremos dar las gracias, María Nevedai” (moringa en criolo).
En ese momento, al escuchar sus voces cantando como los ángeles, todos al mismo tiempo, esa canción tan preciosa y con tanto sentido para mí, no pude más que romper a llorar de la emoción.
Que mejor regalo te pueden hacer en la vida, que el reconocimiento a tu trabajo y a tu esfuerzo, ese que haces con tanto amor, para que ellos tengan una vida mejor. No esperas encontrar esas muestras de cariño y que realmente ellos sientan que te levantas cada día solo con un fin, mejorar su vida.
Este villancico de agradecimiento, ha sido uno de mis mejores regalos de Navidad. Si alguien piensa que los regalos se encuentran en los centros comerciales solo tengo que decirle que mi regalo de ayer no hay dinero que lo pague.
Jerejef (gracias) pueblo fulupe de Ial

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