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¿Y qué tal te ha ido?, cuéntame…
Esa ha sido la frase con la que la mayoría de amigos y familiares me han recibido. ¿Pero cómo resumir las
experiencias vividas durante un curso en unas cuantas palabras?…
Experiencias buenas y experiencias de las que no he parado de aprender, experiencias que me han hecho
crecer como persona y que han tambaleado las prioridades de mi vida…
Personas con las que he compartido momentos muy difíciles y muy alegres, que han pasado a ser de mi
familia allí.
Situaciones complicadas que poco a poco han dejado de serlo gracias a un pequeño granito de arena
aportado.
Agradecimientos que llegan al corazón y que siempre recordaré.
Conversaciones que se me ponen los pelos de punta al recordar.
Estilos y formas de vida incomprensibles que he aprendido a respetar.
Costumbres y culturas que te arraigan y dan sentido a la vida.
Un montón de sentimientos y emociones que un mes después de volver de allí, me cuesta ordenar para
poder contar…
He podido participar en proyectos y actividades que he visto crecer…
– La escuela de formación, nuestra gran apuesta, porque seguimos pensando que la educación puede
cambiar el mundo, y en este caso la vida de cada uno de los niños que asisten, aprenden y disfrutan.
Las clases de informática con los jóvenes que les da esperanza e ilusión para seguir adelante. Las
clases de costura, que además de aprender a coser se han convertido en un grupo de adolescentes
con inquietudes y ganas de querer hacer, a veces muy difícil de encontrar en aquellas tierras.
– La huerta de permacultura: poco a poco se ha convertido en un pilar para nosotros, por los ricos
frutos que nos ha dado y las plantas medicinales que nos está aportando.
– El dispensario médico: que ha traspasado los límites de nuestra escuela, trasladándonos a aquellas
aldeas que lo necesitan o que nos llaman. Ha sido muy satisfactorio ver como las mujeres de las
comunidades se han implicado en este proyecto y están deseosas de adquirir conocimientos para
mejorar sus vidas, la de sus familias y sus comunidades.
– Los pozos de agua manuales y familiares: que con tanta ilusión se están haciendo, estas familias
tiene agua potable, que más se puede pedir en un país donde la tasa de mortalidad infantil es muy
elevada y las enfermedades gastrointestinales muchas veces son insuperables…
También nos hemos encontrado en nuestro camino realidades que nos han llevado a hacer numerosas
visitas al Ministerio de Educación, a PAM (Programa de Alimentación Mundial), UNICEF, hospitales,
universidades, escuelas derruidas, casas de acogida… situaciones que hemos ido acogiendo según venían
Todo esto ha formado parte de un año lleno retos que juntas hemos podido superar o al menos intentarlo,
muchas veces desanimadas por las circunstancias y otras veces motivas por estas mismas.
Solo me queda decir GRACIAS, a mi familia por apoyarme en mis decisiones, a mis amigos por animarme, a
Miradas al Mundo por ofrecerme la oportunidad de disfrutar de esta forma de vida, a María por
acompañarme y compartir día y noche, tristezas y alegrías y crecer juntas. Y a Susana por el apoyo
incondicional que me ha brindado, ya que aun estando lejos la sentía muy cerca.

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