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Estos días hemos estado el equipo de Miradas en Dembanje, supervisando los proyectos que tenemos en marcha, como la escuela, las becas y la construcción de un nuevo pozo en la aldea de Sarapate.
El día anterior a nuestra partida llegó una mujer junto a nuestra casa, acompañada de un niño de 7 o 8 años que  ya conocíamos. El niño estaba muy malito, con una cara muy triste y las lágrimas salían de sus ojos pero sin ni siquiera llorar, a simple vista tenia un cuadro de desnutrición a punto de complicarse. Su tía nos contaba que los padres lo dejaron en la aldea hace unos meses porque estaba enfermo y no se podían hacer cargo de él.
Yo conocí a Humaro en Agosto, lo recuerdo porque le  faltaba de nacimiento la visión de un ojo. Le encantaba estar en la escuela con nosotros haciendo juegos y siempre me cogía de la mano, como muchos niños de África demandaba cariño en cada momento. Su salud ya era frágil, pero en dos meses perdió mucho peso, en estos momentos pesa 16 kg.
Al día siguiente lo llevamos al hospital, su familia ya le había llevado y le dieron antibiótico y antiparasitarios, ellos se habían gastado todo el dinero en intentar curar al niño, pero cada vez estaba peor. Por desgracia esto es  algo  habitual cuando van al hospital, si la situación no es muy grave, casi de muerte, los atiende el médico de medicina general, que normalmente les da paracetamol,  antibiótico y vuelta a casa.
Si vamos nosotros, directamente buscamos a los médicos que trabajan en pediatría con médicos sin fronteras, por lo que le hicieron una placa, analítica, y detectaron una desnutrición moderada a punto de entrar en desnutrición crónica y neumonía. 
 
El niño se quedó  ingresado, sus ojitos no hacen mas que llorar cuando nos ve partir, esta asustado, pero sabemos que ya está en buenas manos y saldrá adelante. La despedida es dura pero se ha llegado a tiempo, si nuestro viaje hubiera sido dos meses después, Humaro probablemente no hubiera sobrevivido a la neumonía, que junto a la desnutrición se lo hubiera llevado en poco tiempo, como a tantos y tantos niños en Guinea les sucede.
 
Esperamos volver pronto y volver a poder  cogerle de la mano pero con una gran sonrisa en su rostro.

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