Después de dos meses aquí, me propongo escribir una crónica. Hay tantas y tantas cosas que contar que es difícil centrarse en una sola. Elegir una emoción o un sentimiento se complica cuando tienes dentro un torbellino de ideas. Pero ha llegado el momento de centrarme en una. Si, una que me toca muy de cerca, la educación. En España muchas veces me quejo de las condiciones que tenemos los maestros y profesores, especialmente los interinos, pero aquí se me olvidan todas esas quejas.
La educación en este país es la gran olvidada, como todo lo demás, sanidad, servicios públicos, transporte, comunicaciones…
En toda esta desorganización siempre hay luces de esperanza. Hemos tenido la suerte de conocer a Zam, un chaval tímido, discreto, humilde, servicial, con mucha fuerza y energía que quiere cambiar la situación de la educación en su país. Un luchador que ha conseguido reunir a 17 “tabankas” para hablar de sus escuelas. El gobierno no hace nada por mejorar la situación pero él está dispuesto cambiarla.
Desde un tono de voz tranquilo y conciliador, una escucha activa y mucho conocimientos en el tema ha ido aldea por aldea para transmitir a sus jefes, directores de escuela y grupo de mujeres la necesidad de movilizarse por su educación, sus comunidades e infancia, en definitiva por su futuro. Un futuro muchas veces poco prometedor, pero que poco a poco con la fuerza y el apoyo de todos puede cambiar.
Parece fácil juntar a 17 tabankas para hablar sobre un tema, coges el teléfono o mandas u mail y quedas con cada uno de ellos, pero aquí en África todo se complica. Muchos no tienen teléfono, ni que decir de internet, lo que dificulta la comunicación y supone ir aldea por aldea, en bici o en moto por caminos inexistentes, llenos de arena y entre plantaciones de arroz que el acceso casi es imposible.
Tuvimos la oportunidad de acompañar a Zam en su proyecto. Llegamos a una escuela que estaba entre dos tabankas en medio de la “bolaña” (plantaciones de arroz). Durante este tiempo he podido ver numerosas escuelas. Unas en mejores condiciones que otras, pero esta en concreto me ha hecho ver la verdadera realidad que viven muchos niños en las zonas rurales. Mi concepto de escuela, “espacio acogedor y de encuentro, donde compartir nuestras vivencias” se ve sacudido por tan dura realidad. Un edificio con tres aulas y una sala de almacenaje en lamentables condiciones. Mesas y sillas rotas y almacenadas en una de las aulas, paredes llena de bichos y humedad, techo (de chapa) con grandes agujeros por donde entra el agua en época de lluvias… sin agua potable… Aun así lo profesores siguen con su lucha particular. Profesores que no están formados, que ponen todo de su parte para ofrecer a sus alumnos el conocimiento que ellos tienen.
Viviendo esta realidad no podemos mirar hacia otro lado y en este punto nos encontramos. Desde Miradas al Mundo, apoyamos este gran proyecto personal y comunitario que ha nacido de sus inquietudes y su sentir. Unos sentimientos que nos han unido para luchar juntos por una vida mejor. Porque estamos convencidos que la educación es el futuro de la infancia, de la comunidad, de la región, del país. Un país con unas personas acogedoras, amables, pacíficas que están atrapadas por un gobierno corrupto que impide su desarrollo no solo económico y social, sino también personal.
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