Os publico el correo que María nos envía desde Kamabai.
Después de unos cuantos días sin tener comunicación, en el norte del país, donde la carretera está a medias y nadie se decide a terminar, por fin estamos en Kamabai y me puedo poner en contacto con vosotros. Sierra Leona es un país maravilloso, su capital está llena de colinas verdes y su gente es encantadora, con secuelas de una guerra muy dura, donde los mutilados están en guetos y eso transmite una gran tristeza. Los niños de la guerra son hoy casi adultos, y luchan día a día contra las pesadillas que les persiguen de días tan duros, pero no pierden su sonrisa y sus ganas de luchar. La gente vive con esa esperanza que hace preguntarte si existe para ellos o tan sólo para algunos privilegiados. Los niños sonríen, aún llevando en sus pequeños cuerpos tantas y tantas enfermedades que en nuestras ciudades apenas existen, pero ahí están, luchando, sonriendo y acogiéndote como si fueras su hermano.
Estos días hemos estado con Chema Caballero, misionero español que trabaja desde hace mucho tiempo con los niños soldado. Fue una experiencia maravillosa. No nos podemos hacer una idea de cuantas vidas ha salvado, del tormento de una culpabilidad tan grande que arrastran esos los niños, como la de juzgarse por matar a su familia de la manera más cruel. Hemos conocido a esos niños, hoy casi adultos que nos sonríen y miran hacia adelante…
África es un ejemplo de saber perdonar, si eso no fuese posible sería un infierno. África tiene una fuerza muy especial para crear y a su vez destruir. Es un mundo tan desconocido que nada te deja de sorprender.
María.