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Hace 10 días que he vuelto de Guinea Bissau, donde he tenido la suerte de colaborar con la ONG Miradas al Mundo como médico cooperante.
Organización a la que quiero agradecer la gran labor que he podido comprobar que realiza para la gente local de allí, a la que verdaderamente llega la ayuda que se aporta.
Cuando se me planteó la posibilidad de viajar allí,como médico me surgieron dudas sobre mi capacidad para tratar las enfermedades que pudieran surgir y a las que no estaba acostumbrada. Pero con un poquito de estudio y muchas ganas, me intenté poner al día de las patologías más habituales.
Y así iba yo toda preparada con mis apuntes, mi fonen, otoscopio, manguito de tensión y una maleta llena de medicamentos y…
Que deciros, pues que aunque se nos han presentado muchos casos que no hemos podido tratar por falta de recursos (medicinas o pruebas diagnóstica), lo más complicado ha sido el poder llegar a entender las dolencias que te intentaban trasmitir los pacientes, a su estilo, y os lo explico para que os pongáis en situación:
 
 Aunque la lengua oficial es el criollo, en cada pueblo (tabanca) hay distintas etnias y cada una tiene su idioma.
Siiiii, así que en muchas ocasiones he necesitado de varios traductores, muchos de ellos niños, que con toda la paciencia del mundo han ido traduciéndome, a su manera, los síntomas que tenía la gente.
Al principio puse todo mi empeño en aprender palabras claves para mí como dolor, que en una lengua era “dor” y en otra “musa”, confiada en que ya lo dominaba,  pero cuando vi que había gente que no me entendía cuando pronunciaba ambas… en ese momento tiré la toalla de la multitraducción, jejeje.
 

–   Por otra parte, la falta de cultura y estudios hace que, incluso la gente mas joven, no sepa explicarte de manera “coherente” y entendible en nuestro mundo occidental lo que le pasa, siendo más difícil darle una explicación a su problema cuando desconocen las partes del cuerpo y su funcionamiento.
Comentaros que curiosamente unos de los problemas por los que consultaron varias chicas jóvenes fue por “dolor de barriga”, como ellas decían. Tras varias preguntas complicadas para hacerles entender como: ¿desde cuando lo tienes?, ¿cuanto te dura?, y finalmente y porque se me encendió la bombillita…¿si lo relacionas con la menstruación? (con las oportunas risas de vergüenza de los niños traductores), llegamos al diagnóstico del típico “dolor de regla”. Dolor que en el mundo occidental está normalizado, pero que allí te hace acudir a una consulta médica de manera excepcional aunque tengas que desplazarte varios kilómetros y esperar pacientemente a tu turno a treinta y tantos grados.
 
–   Además he podido comprobar que allí se vive de distinta manera el “dolor”.
Es gente que crece con el dolor siempre presente. Desde bien pequeños ya tienen múltiples heridas en los pies y piernas por andar descalzos, con las infecciones que se producen en éstas y que se resuelven solas. Golpes y fracturas por caídas sin tratamiento, trabajos continuos de gran esfuerzo físico…dolores que aquí, en el mundo occidental no sabemos superar si unos buenos analgésicos o “medicina de blanco” como allí la llamaban.
Por lo tanto me ha sido difícil distinguir el grado de dolor que podían tener ya que “son unos valientes”, como yo les decía.
 
    ¡Y  que deciros del concepto tiempo!.
En medicina es muy importante conocer el tiempo de evolución de una enfermedad y yo insistía mucho en que me lo indicaran pero no ha sido nada fácil ya que ellos no suelen medir el tiempo (no hay relojes ni calendarios, desconocen su edad) y no son capaces de relacionar cuantas horas, días, semanas o meses llevan con ese problema.

Así que, ya veis, jamás me hubiera imaginado el tipo de atención médica que me iba a encontrar. Independientemente de los escenarios en los que nos hemos movido y que ya relataré en otra crónica: “consultas” sin condiciones higiénicas pero que intentábamos mantener “limpias”, multitud de gente en torno al paciente que hace la comunicación nada “confidencial”….
Pero como resumen, decir que ha sido una gran experiencia, que me ha ayudado a afianzarme como médico y como persona.
Que si he podido ayudar a algunas de las personas que he tratado y sobre todo, a trasmitir ciertos conocimientos sanitarios a los ayudantes que he tenido para que luego los apliquen allí, me doy por mas que satisfecha.
 
Agradecer a todo el equipo que ha compartido conmigo estas tres semanas que tanto he disfrutado; María, Bebe, Auxi, Sole, Ramón y Cristina, sin los que no hubiera sido lo mismo.
 
Un aplauso por la labor bien hecha.
Y no penséis que esto es todo amigos…… CONTINUARÁ ……
 
Verónica

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