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En la vida te vas encontrando con muchos tipos de personas, a mí me gustan todas aquellas que quieren aprender, aprender y no parar de hacerlo. Este es el caso de María, María Nenebedaji de Catão, una luchadora mujer fulupe.
Tuvimos la suerte de conocerla el año pasado, y poco a poco se ha ido metiendo en nuestras vidas, en nuestro día a día, hasta a llegar a ser una persona muy importante para Miradas al Mundo.
Tiene 30 años, con 8 hijos,  nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela y no sabe ni leer ni escribir. Es la mujer de uno de los profesores de las escuelas que apoyamos y ahora es ella la que nos apoya a nosotros.
María se ha convertido en una figura de referencia para su comunidad. Es la encargada de transmitir los conocimientos que tiene de medicina natural a sus vecinos y amigos. Esos conocimientos que en un principio eran pocos y han ido aumentando gracias a su interés por aprender. Su marido por las noches le enseña a leer junto con 40 mujeres más que van a las aulas de alfabetización que se hacen los lunes y miércoles de 20 a 21h., después de un largo día de trabajo en los campo de arroz, o tomate que es lo que toca por temporada.
Le enseñamos a tomar la tensión y le dimos un pequeño botiquín. Se puso en marcha y comenzó a atender a todo aquel que lo necesitaba. A su alcance se encontraban muchas plantas de las cuales desconocía sus propiedades, pero ahora, poco a poco, gracias a su gran entusiasmo va incorporando todos esos saberes a su conocimiento.
Siempre está dispuesta a venir con nosotros a cualquier aldea, juntamos a la comunidad y ella les explica como con el uso de las plantas medicinales pueden mejorar su salud y su vida. Realmente les quiere transmitir todo eso que está aprendiendo.
Desde Miradas al Mundo queremos contar con María para que venga al dispensario dos veces por semana, haga curas o aconseje el empleo de una u otra planta según la dolencia, además de sensibilizar sobre el uso del “nenebedaji”, “el árbol de la vida”, para que la población lo plante y lo consuma. También es importante que cuide la huerta de permacultura y así sacarle un mayor provecho a todas las plantas que allí tenemos.
Al hacerle esta propuesta, ella se quedó pensativa, dudando que decir. ¿Cómo iba a cobrar un salario por aprender con nosotros?, esa era su mayor preocupación. Solo nos podía dar las gracias  por todo lo que le habíamos enseñado y había aprendido.
Y, ahí está, aprendiendo a montar en bicicleta para poder venir a Miradas al Mundo y SEGUIR AUMENTANDO SUS CONOCIMIENTOS…

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